Opinión

Una Constitución de la Tierra

¿Estamos listos como sociedad para avanzar hacia una constitución global?
jueves, 11 de marzo de 2021 · 14:47

Es indispensable repensar la idea de soberanía y el alcance del derecho internacional. Tenemos que avanzar hacia un modelo diferente, en el que los estados nacionales dejen de tener el predominio sobre todos los temas y permitir que normas e instituciones globales garanticen nuestros derechos. No podemos seguir dependiendo de que el estado nacional quiera o pueda asegurar nuestras libertades; éstas deben ser un patrimonio mundial asequible a todas las personas que habitan el planeta.

Esta semana tuve la fortuna de escuchar una videoconferencia que Luigi Ferrajoli, el insigne teórico del garantismo jurídico, dictó para los miembros de la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados, del H. Congreso de la Unión, denominada Constitución de la Tierra para enfrentar los problemas globales. En esta conferencia, Ferrajoli describió uno de sus últimos proyectos, la elaboración y promoción de una constitución global que actualice las normas de derecho internacional.

Ferrajoli parte de un hecho contundente: desde 1948, la Carta de las Naciones Unidas y la Organización de las Naciones Unidas han sido fundamentales para el desarrollo de los derechos humanos, pero ya no responden por completo a la agenda global y es necesario pensar en una evolución que permita que esos derechos sean garantizados en todo el mundo. Esta evolución tiene un efecto muy importante en la idea de soberanía y en el concepto de estado nacional, pues la soberanía entendida como poder absoluto es incompatible con los derechos humanos y con la construcción de una democracia global.

Para el jurista italiano, un nuevo pacto, una nueva constitución de la tierra, debe tener dos características:

1) Debe tener sólidas garantías primarias, es decir, que las instituciones internacionales como las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud, o las que se creen en el marco de esa nueva constitución, tengan los recursos suficientes para garantizar todos los derechos humanos para todas las personas y,

2) Debe tener sólidas garantías secundarias, es decir, que existan tribunales u órganos jurisdiccionales internacionales que puedan imponer sanciones a quienes violen los derechos humanos y que puedan garantizar, por la vía judicial, todas esas libertades y prerrogativas.

Esta visión es totalmente disruptiva y tendrá muchos detractores, pero hay que recordar que, a pesar de su disrupción, no es nueva; en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, Hans Kelsen escribió un libro intitulado “La Paz por medio del Derecho”, en el que delineaba ya una idea de estado mundial, con instituciones y ejército global, que pudiera imponer las determinaciones de ese gobierno planetario. Para Kelsen, la paz que se interrumpió con las dos guerras mundiales podría asegurarse de mejor manera si se contara con un órgano que tuviera la capacidad legal y material para salvaguardarla. Ferrajoli habla hoy de algo similar, pero con muchas más herramientas para motivarlo.

¿Estamos listos como sociedad para avanzar hacia una constitución global?

Ferrajoli piensa que esta propuesta no es una utopía, pues teóricamente tenemos todos los elementos para avanzar hacia ese derrotero. Hay, dice el jurista nacido en Florencia, varios temas mundiales que no están incluidos o que no tienen la suficiente importancia en las agendas nacionales, tales como la migración, la contaminación, el calentamiento global, la pobreza, la discriminación, la desigualdad, las guerras y, desde hace un año, la pandemia de covid-19 y la vacunación en contra de esta terrible enfermedad.

Si estos problemas no están lo suficientemente atendidos en las agendas de los estados nacionales, ¿cómo podríamos combatirlos, erradicarlos y prevenirlos para que nadie en el mundo tenga que padecerlos? No es posible hacerlo sin un “gobierno mundial”.

No hay duda de que los derechos humanos han cambiado por completo nuestra forma de ver y entender lo jurídico; en menos de 30 años, nuestra realidad normativa y procesal se ha transformado por completo gracias a estos derechos, pero parece que hemos llegado a un punto en el que al derecho le está costando más trabajo avanzar. El profesor italiano dijo una frase que debe llamarnos a la reflexión: “En el pasado, el derecho era el lugar de la conservación y la política era el lugar del progreso, esto se ha invertido.”

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @CLopezKramsky

 

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