Opinión

Por jodidos y hocicones mataron a los actores

Este ciclo de obras al aire libre en el Teatro Helénico, llenó de emoción al público, los actores poco a poco nos llevaban a lugares más oscuros y sórdidos de la historia mexicana y nuestro presente.
lunes, 5 de abril de 2021 · 11:04

Un clásico tiene como característica que puede disfrutarse en cualquier momento sin importar la época. ¿A caso no disfrutamos de la misma manera leer La Iliada de Homero que Pedro Páramo de Juan Rulfo? Con César Enríquez creo que nos enfrentamos a un clásico del teatro y cabaret mexicano. ¿A caso quienes hemos visto la Prietty Guoman la hemos podido olvidar?

“Por jodidos y hocicones mataron a los actores” es un recorrido a la historia de discriminación y desapariciones en México así como un tributo al teatro de carpa en donde nacieron los mejores actores del cine de oro mexicano. Este ciclo de obras al aire libre en el Teatro Helénico es impulsado por Antonio Zuñiga actual director del teatro y quien tuvo a bien tener esta idea de celebrar el Día Internacional del Teatro a través de un ciclo de obras al aire libre encabezadas y dirigidas por César. Es vital mencionar que el espacio acondicionado para el público se encontraba lleno y se pudo mantener la sana distancia.

 

La emoción comenzó desde el momento en que el público llegó al teatro 

Las personas mientras caminaban a él hablaban con sus acompañantes de cómo era casi una garantía de entretenimiento este espectáculo. Cosa que no se escucha muy comúnmente entre los pasillos y estacionamientos del teatro. El espectáculo poco a poco fue aumentando la emoción del público y conforme transcurría la obra los actores nos fueron llevando a un lugar, no sólo de risas también sombrío y sórdido, en donde nos hace ver cómo nuestro presente y nuestra crisis no está muy alejada del pasado revolucionario.

Pronto, como es costumbre en los espectáculos de César Enríquez, la denuncia comenzó, el cómo la comunidad LBGTTTIQ ha sido perseguida y cómo la impunidad judicial también es su compañera. Pone como ejemplo el baile de los cuarenta y uno. Un baile que tuvo ocasión en la época porfiriana en donde hombres de la alta sociedad mexicana se reunieron para vestirse como mujeres y vivir un poco de esa la libertad que la realidad no les permitía. Por sus gustos, por sus deseos, fueron perseguidos hasta expulsarlos de la ciudad llevándolos a Mérida con el ejercito para hacerlos más hombres.

Foto: Cortesía de la obra
Foto: Cortesía

Sobre todo, lo más importante es la denuncia de César Enríquez, en cómo no sólo habla del pasado para que entendamos nuestro presente, sino, de esa impunidad con la que hoy opera el “gobierno del pueblo” en donde candidatos acusados de violación como Salgado Macedonio en Guerrero son protegidos del presidente y cómo Las Guerreras Buscadoras en Sonora buscan a sus hijos e hijas desaparecidos en el estado de Sonora.

César muestra un miedo personal que lo persigue en sus obras: El miedo a desaparecer por decir lo que piensa, porque la verdad no peca, pero incomoda. Sus obras son un grito de ayuda, como si ese César arriba del escenario tuviera la certeza de que algún día su voz será silenciada y necesitará ayuda para revivir, para contar su propia historia. ¡Larga vida al Teatro y César Enríquez! Que el miedo a la verdad jamás apaguen su voz.

Aún quedan por ver Las Hijas del Aztlán y Yo sólo sé que no sé náhuatl, obras que podrás ver a la intemperie del teatro Helénico y que aseguran una diversión y reflexión, porque el cabaret no puede renunciar a su propósito de denuncia en tiempo egoístas y mezquinos.

 

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @viridianaeunice

 

 

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