Opinión

Disparidad Sistémica

México es el segundo país con la brecha salarial de desigualdad en participación más elevada, sólo por encima de Guatemala, dentro de los países de América Latina y el Caribe.
martes, 16 de marzo de 2021 · 15:46

La semana pasada fue aprobada en el Senado de la República una serie de reformas que obligan al sector público y privado a hacer obligatoria la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Esta evolución normativa es importante porque es de todos sabido que muchas empresas pagan menos dinero a una mujer que a u hombre, no solo por realizar el mismo trabajo, sino por estar en el mismo puesto. En el sector público esta perversión es más difícil, porque los puestos están tabulados de forma estricta y las remuneraciones de todos son públicas; en el sector privado, empero, es común que se permita el crecimiento horizontal y por ende haya un rango mínimo y máximo para el mismo cargo. Desgraciadamente, los criterios para asignar uno y otro suelen ser identitarios y no por méritos profesionales.

El problema de la brecha salarial sigue muy presente y no es menor 

Según el Banco Mundial, desde antes de la pandemia, había una brecha de 32 puntos porcentuales en México en la participación de hombres y mujeres en el mercado laboral mexicano. Mientras los primeros tuvieron una participación de 77%, nosotras solo quedamos en 45%.

Este número es preocupante incluso a nivel regional, pues México es el segundo país con la brecha de desigualdad en participación más elevada, sólo por encima de Guatemala, dentro de los países de América Latina y el Caribe. Huelga decir que esto es preocupante, siendo México la segunda economía más grande de la región, y una de las 15 más grandes del mundo.  Documentos de trabajo de organismos internacionales (incluyendo al Banco Mundial, pero también a la Organización Internacional del Trabajo), muestran que la desigualdad laboral es un freno al desarrollo de los países en su totalidad. En el caso de México, permiten proyectar que, de ser plenamente equitativa la participación, nuestro PIB crecería por encima de los dos dígitos y hasta el 25% anual. A nivel individual, además, el ingreso per capita se dispararía más del 20%.

Por si fuera poco, la pandemia contribuyó a aumentar la disparidad. Durante 2020, la brecha salarial en México creció 17% en perjuicio de las mujeres. De por sí la brecha era de 15% antes de la pandemia, y además eran más las mujeres que los hombres las confinadas a la economía informal, casi rozando el 60% del total de mujeres trabajadoras. Lo anterior son números presentados en documentos públicos de la OCDE.

Por todo lo anterior, es apremiante perfeccionar los instrumentos y las estrategias necesarias para que todos los actores sociales reconozcan esta discriminación sistémica y, acto seguido, pongamos todos manos a la obra para reducirla de forma permanente y sin tregua. Las resistencias al reconocimiento de la desigualdad en todos los ámbitos, incluyendo el del mercado laboral, no son racionales ni razonables, pero existen, y habrá que seguir protegiendo con firmeza las conquistas logradas, que las hay, sin dejar de tener en el horizonte el enorme tramo que nos queda por recorrer.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @AnaCecilia_Rdz

 

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