Opinión

Educación y COVID, binomio para la desigualdad

Volver a las escuelas sin estrategia y recursos es frívolo y superficial.
lunes, 26 de julio de 2021 · 17:45

A lo largo de los quince meses de confinamiento y crisis por la Covid se han observado distintas afectaciones, entre las principales están la economía y la salud pública, pero hay otras más silenciosas que suceden dentro de los hogares y cuyas consecuencias pasarán a toda la sociedad como la educación.

Por enumerar algunos efectos que observaremos en los próximos años y décadas está la falta de socialización y, por ende, habrá quienes presenten problemas de negociación, resolución de conflictos, convivencia, empatía y por qué no, hasta de respeto y límites. La humanidad se desarrolló a partir de procesos de intercambio y socialización, de ahí se forman capacidades de grupo y equipo que son fundamentales para la construcción de acuerdos, ciudadanía y justicia social.

Será importante imaginarnos el trabajo conjunto que tendremos que hacer como sociedad para lograr cerrar las brechas en los menores que no han logrado avanzar en este tipo de procesos y que como habilidad suave (soft skill) pone énfasis en como logramos acercarnos y construir procesos sociales, comunitarios o de conjunto.

Luego están los efectos educativos en las habilidades duras (hard skill) en las matemáticas, en la resolución de problemas lógicos, la comprensión de lectura, la capacidad de escritura y las demás materias que van perfilando las actividades a las que nos dedicaremos en la vida adulta. Por supuesto, hay menores que aprenden mejor en casa porque sus personalidades lo permiten, aún por encima de las condiciones económicas o los recursos que disponen, pero esta no es la realidad de la mayoría.

Imaginar una realidad más general sobre estos estudiantes (en casi cualquier nivel educativo) sería pensar en espacios inadecuados de trabajo, donde hay limitaciones en los equipos de cómputo e internet, con bajo acceso a información y recursos en casa, como libros o padres que puedan apoyar en las actividades de aprendizaje. Así como el día y a día que desafía a profesores, padres y estudiantes a encontrar espacios de concentración, logro, atención y aprendizaje.

Algunos estudiantes privilegiados pueden tener a algún adulto en casa que les apoye con las labores de aprendizaje, algunos otros podrán tener un tutor o profesor que asista puntualmente y con las técnicas adecuadas. Para estos estudiantes el futuro seguramente será promisorio, cuya realidad es muy distinta a los que están en el “Aprende en Casa” y las clases en línea.

Es por esto, que el presidente ha insistido en el regreso a clases, porque para los más desprotegidos o quienes tienen menos herramientas para llevar la educación en casa la mejor alternativa es volver a la escuela. Con esta decisión hay que observar otros factores, desde los más simples como que las escuelas tengan los servicios básicos de saneamiento: agua potable, baños y drenaje, pero también necesitan que vuelvan los desayunos escolares, disponibilidad de materiales como cubrebocas, alcohol en gel y artículos de limpieza para las aulas y, sobre todo, espacios adecuados y ventilados para la seguridad de todos.

Aunado a esto, se tendrán que hacer modificaciones generales en los planes y programas, que permitan repasar, reducir brechas de aprendizaje y problemas en materias y temas que requieran los estudiantes. En esta parte del proceso los profesores tendrán desafíos aún mayores, porque una gran parte de la carga recaerá en ellos y por lo tanto necesitaran herramientas e incentivos que les ayuden en esta titánica tarea.

Hablar de los profesores no es cosa menor, hacer el salto al vacío a la modalidad a distancia implicó para muchos aprender desde cero herramientas digitales, para otros, acumular recursos y capital necesario para obtener lo básico, una computadora, buena señal de internet, así como adaptarse a las dinámicas donde la interacción y la retroalimentación es distinta. A veces la educación en línea es el ágora donde sueltas la clase y a ver quién la cacha.

Volver a los salones de clase en la incertidumbre de la tercera oleada de contagios se convierte a su vez, en un riesgo para toda la comunidad, primero porque no todos usan el cubrebocas adecuadamente, porque los profesores serán los que lleven más riesgo, porque no todos los profesores tienen las condiciones laborales adecuadas para asumir esos riesgos, así como no hay un modelo híbrido que sea claro o que ofrezca resultados relevantes. Les toca improvisar e innovar otra vez.

Volver a las escuelas sin estrategia y recursos es frívolo y superficial, atender estructuralmente con un plan y capacidades permitirá paliar las consecuencias de tanto tiempo fuera de aulas, pero una vez más, la cuatroté no está lista para esta conversación y las consecuencias la pagaremos todos como sociedad.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @P_Mancebo

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