Opinión

¿Impuestos a la circulación en automóvil y áreas descarbonizadas?

Un impuesto a la circulación tendría que imponer una carga fiscal por kilómetro de uso y de emisiones de CO2 producidas por kilómetro.
jueves, 13 de mayo de 2021 · 16:22

Esta semana, en Querétaro y en Ciudad de México, hubo severas inundaciones a causa de las lluvias. Todo el año hemos sufrido una sequía que ha causado estragos en la agricultura, ha sido factor de propagación de incendios y ha fomentado que el aumento en la temperatura se resienta considerablemente. Pero en estos últimos días las lluvias se hicieron presentes arrasando con todo a su paso. ¿No es esto un signo inequívoco de las afectaciones provocadas por el cambio climático?

Desde hace varios años se ha sostenido en el discurso público que es urgente avanzar hacia esquemas económicos, productivos y hacia estilos de vida sostenibles, pues el cambio climático es ya una trágica realidad que nos está golpeando cada vez con mayor fuerza. Hay muchas propuestas para mitigar los efectos del cambio climático y prevenir el deterioro del medio ambiente, pero en esta ocasión me concentraré solo en lo relacionado con los automóviles de combustión interna.

De acuerdo con cifras de la Agencia Europea de Medio Ambiente, de 1990 a 2016, las emisiones de CO2 en Europa cayeron consistentemente en casi todos los sectores. Destaca que la industria bajó sus emisiones en casi un 40%; mientras que los hogares, la producción energética y la agricultura lo hicieron hasta 25%. El único que aumentó emisiones fue el transporte, un 25% aproximadamente.

Dentro del sector transporte, el que se da por vía terrestre representó el 72% de las emisiones; el 13.4% por la aviación civil; el 13.6% por la navegación y el 0.5% por el transporte ferroviario. Dentro del transporte por carretera, el 60.7% de las emisiones se produjo por automóviles; el 26.2% por vehículos pesados (camiones); el 11.9% por furgonetas y el 1.2% por motocicletas. Cuando se habla de transporte por carretera es claro que los automóviles son el enemigo a vencer en términos de descarbonización.

Hay al menos tres vías para bajar las emisiones de CO2 de los automóviles: i) hacer más eficientes sus motores de combustión interna -lo que ha sucedido, pero no ha sido suficiente- ii) transitar hacia automóviles propulsados por energías de fuentes limpias como la electricidad o el hidrógeno verde -lo que aún sigue siendo incosteable para la mayoría de las familias en el mundo- y iii) inhibir la circulación de los automóviles -lo que apenas empieza a discutirse seriamente-.

De las tres opciones, la tercera es probablemente la que podría ser más eficaz para propiciar la descarbonización en el transporte y, para ello, hay al menos dos opciones interesantes que están tomando fuerza en algunos países europeos. Una de ellas es la creación de impuestos a la circulación y otra es el establecimiento de áreas descarbonizadas en las ciudades.

En México, desde 1968 hemos pagado el impuesto a la tenencia vehicular, el cual se ha ido modificando y extinguiendo paulatinamente. Este impuesto impone una carga fiscal a las personas que tengan en propiedad un automóvil, por lo que no es un impuesto al uso, sino solamente a la propiedad. Los dueños de autos igual pagamos la contribución si lo usamos todos los días, las 24 horas, o si lo tenemos en el garaje todo el año.

Pero un impuesto a la circulación tendría que imponer una carga fiscal por kilómetro de uso y de emisiones de CO2 producidas por kilómetro. Esto sería un mecanismo efectivo para desincentivar el uso del automóvil y para incentivar la utilización de otros medios de transporte, como el público masivo o los no motorizados. En España y otros países de Europa hay una seria discusión sobre el cobro por kilómetro por el uso de las vías de alta capacidad, y los argumentos parecen mostrar la necesidad de dejar de subsidiar con recursos públicos al automóvil y, en su lugar, imponerle pagos que contribuyan a mejorar otros modos de transporte.

Cuando la construcción de calles, carreteras y autopistas, el bacheo, la vigilancia del tránsito, el mantenimiento de las vías, la instalación y operación de semáforos e infraestructura vial, entre otros elementos, es pagado con impuestos, entonces es claro que existe un subsidio que fomenta el uso del automóvil. ¿No sería sensato que quienes quieran usar el automóvil paguen por ello y así se fomente la descarbonización?

Otra opción interesante es la creación de zonas descarbonizadas en las ciudades, en las que no pueden circular vehículos con motores de combustión interna. En Alemania ya se empieza a hacer común este tipo de zonas, en las que solo puede haber peatones, bicicletas y vehículos no motorizados, así como eléctricos o de otras tecnologías cero emisiones, como el hidrógeno verde.

Es claro que esto implica cambios profundos en nuestro estilo de vida, pero el costo por no adoptarlos es demasiado alto en términos de salud y vidas humanas, así como de desastres naturales. Podemos seguir construyendo refinerías que van a contracorriente de la tendencia mundial, o podemos exigir legislación que impulse esta transición energética y de uso en el sector transporte. Se viene en el Senado la Ley General de Movilidad y Seguridad Vial, ahí es un buen lugar para empezar.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @CLopezKramsky

 

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