Opinión

Los aromas del vino y la pandemia

Así como necesitamos el sentido del olfato para apreciar mejor un vino y sus aromas, pongámonos a pensar en cuántas otras cosas utilizamos nuestros sentidos sin darnos cuenta.
jueves, 11 de marzo de 2021 · 14:47

En esta ocasión quiero hacer una reflexión acerca de lo que ha sucedido durante este año que, simbólica y exactamente, se cumplió el 11 de marzo de 2021; hace justo 12 meses que la Organización Mundial de la Salud declaró en este día al COVID19 como una pandemia. Ninguno de nosotros imaginamos que la situación duraría tanto tiempo. En mi caso personal, yo pensé que serían un par de semanas de contingencia, tal como lo sucedido en 2009, y que posteriormente volveríamos a la normalidad; inclusive estaba contento de poder trabajar desde casa durante unos días, puesto que el ritmo de trabajo y de viajes se había vuelto demasiado intenso. Pero me equivoqué; todos nos equivocamos. Después de un año seguimos aquí.

Hace dos días platicaba con mi cuñada, a quien le dio COVID19, sobre los efectos de esta terrible enfermedad. Si bien ella (y la familia) es afortunada porque su episodio no fue fatal, me contó cómo es que perdió el sentido del gusto y del olfato durante ese tiempo. ¡Se escucha frustrante no poder distinguir nada de lo que comemos u olemos! ¡Y es más frustrante aún sentirse mal por algo así, cuando tantísima gente ha muerto por culpa de este virus! Pero lo que más me llamó la atención fue el hecho que actualmente ella sigue – varios meses después y ya recuperada de la enfermedad – sin oler o degustar sabores y aromas como antes, y no sabe si algún día lo va a recuperar. Después del COVID19, nunca las cosas volvieron a oler o saber de igual forma.

En ese sentido, y coincidentemente estaba leyendo un artículo sobre los aromas del vino, y cómo es que nuestro olfato es quien determina la mayor parte de ellos. Las papilas gustativas solamente pueden informarnos sobre lo dulce, salado, ácido, etc. Pero sin olfato no podríamos distinguir ninguna sutileza en los aromas, ninguna diferencia o particularidad, y por ende, perderíamos la capacidad de degustarlo a plenitud.

¿Qué quiere decir esto? Más allá de otra cosa, no pretendo decir que perder la capacidad de distinguir los aromas del vino es lo más importante, ¡no!, lo que quiero decir es que, muchas veces damos por sentado algunas situaciones y no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. ¿Cuántas cosas olemos, probamos o degustamos en nuestra vida diaria sin siquiera darnos cuenta de ello? Imaginemos ahora también cuántas cosas observamos, escuchamos, tocamos en nuestra vida cotidiana, por las cuales percibimos, sentimos, imaginamos, pensamos, etc. No es el que el vino sea lo principal, sino que lo importante es que seamos conscientes de todo aquello que tenemos y de lo cual no nos detenemos a pensar (¡hasta que lo perdemos!).

Así como necesitamos el sentido del olfato para apreciar mejor un vino y sus aromas, pongámonos a pensar en cuántas otras cosas utilizamos nuestros sentidos sin darnos cuenta. Vayamos más allá: ¿por qué razón deberíamos de estar agradecidos el día de hoy? ¿qué tenemos que nos hace ser afortunados? Como dije en mi primera columna, el vino debe ser celebración y encuentro. No hay que guardar esa botella especial para después: hay mucho de qué estar agradecidos hoy, y por ello, vale la pena celebrarlo; que el vino sea entonces un pretexto para darnos cuenta de lo afortunados que somos, de poder olerlo, degustarlo, comprarlo, beberlo, etc.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @fedeling

 

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