Opinión

Energías renovables, Biden y AMLO

Mientras Biden busca que Estados Unidos logre una economía 100% de energía limpia, AMLO busca lo contrario con la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica.
jueves, 4 de febrero de 2021 · 16:44

En sus primeros días como presidente de Estados Unidos, Joe Biden aprobó una serie de leyes encaminadas a combatir el cambio climático, una tarea que Donald Trump se había ocupado durante 4 años en destruir, impactando negativamente no sólo a Estados Unidos, si no a todo el planeta, pues sus políticas estuvieron enfocadas en subsidiar las energías fósiles y en negar la urgente necesidad de disminuir las emisiones de GEI, en un planeta que se enfrenta a escenarios catastróficos ante el aumento de la temperatura global.

El Plan Biden busca que el país logre “una economía 100% de energía limpia y emisiones netas cero a más tardar en 2050”, con inversión en innovación energética y climática , el  retiro de subsidios a los combustibles fósiles y enfocar las inversiones federales hacia la disminución de las emisiones de gases efecto invernadero, con  “justicia climática” , pues las poblaciones más vulnerables son quienes ya enfrentan sus consecuencias.

El Plan Biden además busca generar empleos en la industria de las energías renovables, hay que recordar que la industria de la energía renovable no solamente contribuye a disminuir los efectos del cambio climático, es parte de una industria que genera tres veces mas empleos que los combustibles fósiles  (petróleo, gas natural y carbón).

En nuestro país, las cosas en realidad van peligrosamente hacia el sentido contrario, sentando las bases para un futuro incierto, no solo para el ya de por si perdido bono demográfico, que se podría beneficiar de la inversión en innovación científica y tecnológica en materia de energías renovables, y de su gran potencial en la generación de empleos, si no de las graves consecuencias que traerá a nuestro país, calificado como vulnerable ante los efectos del cambio climático.

Esta semana AMLO envió de manera prioritaria y en una franca visión mediocre, una reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que busca priorizar la generación de electricidad de la CFE que proviene de plantas hidroeléctricas, nucleares, termoeléctricas y de ciclo combinado. Una reforma que es contraria a la Ley de Transición Energética, que busca aumentar a 35% la producción de energía con fuentes renovables para 2024, a la Ley General de Cambio Climático o a los Acuerdos de París, ya saben, aquél acuerdo internacional cuyo objetivo es limitar a 1.5ºC  el aumento de la temperatura del planeta, al reducir las emisiones de gases efecto invernadero, y del que Donald Trump se salió, mientras desmantelaba las instituciones, la investigación científica y tecnológica, y los fondos federales.

Esta reforma de Ley, busca priorizar a la CFE frente a las empresas privadas que generan energía de fuentes renovables, que son mas baratas de producir y que en las subastas energéticas demuestran ser más competitivas, y ponen en aprietos a la máquina oxidada de la CFE, que insiste en avanzar, a como dé lugar , sin innovación, sin inversión y buscando generar energía nuclear e hidroeléctrica, ambas consideradas energías “limpias” pero la primera sumamente cara y peligrosa por sus desechos y el mantenimiento (e inversión, que de por si brilla por su ausencia) y la segunda, que depende de que nuestro país no se encuentre en el estrés hídrico en el que ya nos encontramos. Y con poca o nula inversión en el desarrollo de energía solar o eólica. Un despropósito, principalmente por que nuestro país ya tiene un gran potencial en ambas y además, son más baratas.

 Trump estaría orgulloso

Basarse en la ciencia para disminuir las emisiones de gases efecto invernadero requiere inversión pública en innovación y tecnología para la generación de energías renovables  y eso trae beneficios económicos, sociales y ambientales, que además responden a las metas de la Agenda 2030 cuya transversalización está plasmada en el PND 2018-2024 y cuyo cumplimiento es más urgente que nunca, sobre todo en la nueva normalidad y en el futuro post COVID 19.

O, ¿en serio vamos a echar a andar una máquina vieja, costosa, contaminante y que nos pone en riesgo?  Ojalá que no, pues la justicia climática e intergeneracional deberían ser nuestra prioridad.

Puedes conocer más del autor en su cuenta de Twitter: @Marioliva4

 

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